No sé si realmente les parecerá interesante o sientan lo que yo sentí en ese momento, pero vivir esto de no saber si te gusta, de no saber si le gustas… Confusiones de adolescente y de traiciones que te lastiman a ti mismo también es muy fuerte. De verdad que es fuerte…
Todo empezó a los doce años. Era muy pequeña, pero el amor siempre había estado en mi rutina. Toda la vida me había enamorado, pero esta vez fue fuerte, porque me enamoré de unos de mis mejores amigos. No me acuerdo como sucedió, ni creo haberlo sabido, pero yo estaba completamente confundida. Y, sí, adivinaron. Como toda típica historia de amor cuáticas que hay en la tele, él tenía novia. No saben lo que fue para mí ver todos los días como se besaban, como se abrazaban diciéndose que se aman y yo, como la amiga, sólo la amiga, la que hace un tiempo le había estado ayudando a estar con su actual novia. No lo puedo creer.
Pero más tonta fui después, cuando un día me decidí y le di un beso. Fue tan mágico…
No creo que él haya sentido lo que yo. Pero comprobé que de verdad me gustaba. El error ahí fue que no le pregunté, no le consulté, solo lo di, terminando así con nuestra amistad para siempre.
Fue fuerte vivir esto. Esos llantos y risas que pasamos juntos destruidos por querer saber si me gusta o no. Pero bueno, ahora vivo feliz y no me arrepiento de haberle dado ese beso que me dio más felicidad que toda mi vida junta
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